Es poco probable que las personas que eligen una motocicleta o una scooter como alternativa al transporte público durante el periodo de la pandemia dejen de utilizarlas cuando se reanude la "vida normal".
La cuestión de la movilidad lleva mucho tiempo preocupando a la humanidad. Hemos debatido cuestiones como la forma de desplazarse en las grandes ciudades de forma funcional y económica, que tenga el menor impacto en la salud del planeta y, sobre todo, que sea digna. Por si estos enormes retos no fueran suficientes, en 2020 también estamos viviendo la pandemia del nuevo coronavirus, un factor que nadie esperaba y que ha cambiado por completo nuestra forma de vivir y movernos.
Además de las dificultades habituales y de la necesidad de inversión, el transporte público se encuentra en un momento crítico por los riesgos de contaminación por covid-19 debido a la posibilidad de viajar con mucha gente.
Para aquellos que dependen del transporte público y que ya aceptan un escenario, no pesimista sino realista, en el que las proyecciones no devuelven la "vida normal" a tan corto plazo (hasta que llegue la ansiada vacuna en 2021), contagiarse del virus se convierte en un gran temor. Una vez que se dan cuenta de la gravedad del momento, la mayoría de estas personas empiezan a dar prioridad a la cuestión de cómo van a desplazarse. Es en este momento cuando las motocicletas se consideran por fin una solución de movilidad factible, ya que son un medio de transporte individual que no ofrece prácticamente ningún riesgo de infección.
Ventajas de los scooters y las motos
Es poco probable que quienes opten por una motocicleta o un scooter como alternativa al transporte público durante el periodo de la pandemia dejen de utilizarlas cuando vuelva la "vida normal". En efecto, además de cumplir la función de vehículos individuales con bajo riesgo de contagio, la experiencia adquirida con su uso pondrá de manifiesto todas sus demás ventajas, que siempre han existido y siguen haciendo de ellos una de las mejores y más fáciles soluciones de movilidad para nuestra realidad.
Las motocicletas y los scooters de gama básica siguen siendo extremadamente ágiles y económicos, lo que agiliza los viajes y desplazamientos. Ocupan menos espacio que los coches (pueden aparcarse hasta seis motos en un aparcamiento público) y, al utilizarlas en lugar del transporte público, queda tiempo para otras actividades, lo que puede considerarse una mejor calidad de vida. Después de todo, ¿a quién no le gustaría tener más tiempo en su rutina para estar con su familia, estudiar, divertirse o incluso descansar?
Además, ambos siguen siendo tan accesibles que una tajada de financiación es menor que los gastos mensuales que muchas personas tienen con el transporte, y siguen con la característica de requerir poco mantenimiento, cuyo coste es significativamente menor que el de un coche.
Nuevos hábitos
Por si todos estos argumentos no fueran suficientes, las motocicletas y los scooters también se ven favorecidos por una cuestión que puede considerarse de inclusión social, ya que, además de utilizarse para los desplazamientos, también pueden facilitar el acceso de los ciudadanos a actividades de ocio y culturales, así como llevarlos de excursión y de viaje. Por último, es un hecho que la pandemia nos obliga a replantearnos nuestra vida y a cambiar nuestros hábitos. Pero también es un hecho que pasará y, seguramente, aprenderemos muchas lecciones que pueden mejorar nuestra forma de vida. Una de ellas es que, más que un medio de transporte con un riesgo mínimo de contaminación en medio de una pandemia, las motocicletas y los scooters son vehículos inteligentes que, si se utilizan correctamente, pueden contribuir positivamente a mejorar la movilidad de millones de personas, lo que se traduce en un menor tráfico en los grandes centros y una mejor calidad de vida para los ciudadanos.
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